El arte fallero, más allá de la Cremà
Presentación Falleros 2023. Imagen: Juanjo Puertos vía Flickr.
- Las fallas combinan la crítica y el humor para caricaturizar la actualidad
- La moda, la escultura y la tradición se unen para dar lugar a una de las fiestas españolas más populares
La UNESCO denominó las Fallas de Valencia como fiesta de Interés Turístico Internacional en noviembre de 2016 y la inscribió en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Los falleros: el sostén de la celebración
La tradicional fiesta valenciana no sería posible sin la colaboración de todos los falleros, quienes se encargan de la organización del evento. Toda la contratación del artista que diseña cada ninot, de la música y de otros preparativos les corresponde a ellos.
La financiación, otro punto fundamental en cada falla, también corre por su cuenta. Aunque ciertos organismos oficiales ayudan a la subvención, los falleros deben recaudar dinero para poder costear las construcciones. Para cumplir con este objetivo, se dedican a la venta de lotería y a la oferta de actividades culturales y de ocio, como charlas o discotecas.
El censo fallero registró 101.317 falleros a 1 de marzo de 2023 solo en la ciudad de Valencia y algunas poblaciones de alrededor. Todos ellos pertenecen a numerosas fallas, que se agrupan a su vez en 26 sectores para facilitar la planificación.
Dentro de todos los participantes, hay dos que destacan por encima del resto: las falleras mayores de cada ciudad. Este año, la fallera mayor de la Junta Central de Valencia ha sido Laura Mengó Hernández (falla Monestir de Poblet-Aparicio Albiñana), quien ya fue ganadora de la versión júnior en 2006. Paula Nieto Medina (falla Azcàrraga-Ferran el Catòlic) se alzó con la victoria en la categoría infantil.
Ambas superaron las diversas fases y desfiles con el vestido tradicional valenciano para conseguir el premio final. Su función durante su próximo año de reinado será la de representar a todos los falleros de las poblaciones adscritas a la Junta Central de Valencia. Así, presidirán los actos durante y después de las celebraciones, como el Cridat (el pregón), pero también tendrán que acudir a las fiestas de otras localidades. Aun así, las ganadoras no reciben ninguna remuneración por su cargo.
El arte fallero
Las fallas son las figuras que se crean por los artistas falleros en la ciudad de Valencia por la fiesta de San José y cuyo destino es ser quemadas. Las estructuras combinan la sátira y la crítica para caricaturizar la actualidad. Cada falla cuenta con uno o varios personajes principales y con otros secundarios y de menor tamaño, denominados ninots.
Sus creadores trabajan durante un año para poder mostrar sus esculturas a todos los visitantes. En su elaboración están implicados decenas de profesionales de diversas áreas como carpinteros, pintores, diseñadores gráficos, escultores, ilustradores… Todos ellos son artistas expertos formados en las disciplinas del arte, conocedores de las tradiciones valencianas y amantes de la fiesta.
La creación de cada pieza se inicia con una maqueta de la falla que debe ser aprobada por la comisión que contrata al artista fallero. Su composición posterior se realiza sobre una base de madera, en la que se apoyarán los muñecos, generalmente de yeso, y posteriormente, rellenos de pasta de papel para moldear la forma. Los materiales tradicionales han ido siendo sustituidos por otros más ligeros y manejables, sin embargo, también es necesario tener en cuenta la contaminación de estos al ser quemados.
Las piezas destacan por sus grandes volúmenes, de varios metros de altura. La más grande hasta el momento fue la falla Na Jordana, con 33 metros. Además, la mezcla de diferentes materiales es también clave en su elaboración. Se usa tanto cartón, plastilina, piedra, poliuretano… como madera, con lo cual se crea el armazón de la estructura.
Toda falla cuenta con un letrero en el que se da la explicación de la figura, pero algunas cuentan también con el «llibret de la sàtira», donde se profundiza en el sentido de esta mediante versos satíricos.
Hay una versión creada por los sectores más jóvenes, niños y adolescentes, que se expone al lado de cada una de las fallas grandes. Estas son las fallas infantiles.
Es tal la importancia de estos monumentos que cuentan con una Junta Central Fallera, un organismo que regula la fiesta de las fallas y de la que dependen las comisiones falleras en cuanto a la gestión y entrega de las recompensas, así como de limitación de normas.

Falla infantil. Imagen: Francesc Fort vía Wikimedia Commons
La historia de la fiesta
Según el mito popular, las fallas fueron iniciadas por el gremio de carpinteros, que quemaban en una hoguera purificadora las virutas y trastos viejos sobrantes, haciendo limpieza de los talleres antes de entrar la primavera y coincidiendo con la víspera del día de su patrón San José. Además, quemaban también sus parots, estructuras de las que colgaban los candiles que les daban luz, puesto que, con el fin del invierno y la llegada de la primavera, al hacerse los días más largos, ya no eran necesarios.
Esta versión nunca ha sido verificada y también existe la idea de que las fallas tienen su origen en alguna festividad pagana que celebrase el equinoccio de primavera.
La primera referencia documentada de esta celebración data de 1774. Desde 1848, cuando las publicaciones sobre la fiesta comenzaron a ser continuadas, sólo se ha cancelado en seis ocasiones: en 1886 por unas protestas de los falleros contra las tasas que debían pagar, en 1896 por la Guerra de Cuba, en 1937, 1938 y 1939 por la Guerra Civil y en 2020 por la crisis de la COVID-19.
Los trajes de fallero, una escultura hecha prenda de ropa
La fiesta de las fallas se remonta al siglo XVIII, aproximadamente. Sin embargo, no fue hasta 1929 cuando lo que se conoce a día de hoy como la indumentaria de los falleros comenzó a llevarse.
Pepita Samper fue la primera “fallera mayor”. La valenciana fue nombrada como señorita España, actual título de Miss España, y se le encargó el papel de representar a la fiesta, para ello se vistió con el traje tradicional de labradora valenciana. Dicho vestido aún se conserva en el Museo de la Ciudad de Valencia. A partir de ese momento la mujer tuvo un hueco en la fiesta de las Fallas.

Recorte de periódico de 1929. Imagen: @vicentbaydal vía Twitter
A partir de 1931 nació lo que se conoce en la actualidad como Fallera Mayor de Valencia, por ello fue necesario establecer unas características concretas acerca de la vestimenta que debería llevar la representante oficial de la fiesta.
Pero, ¿en qué consiste el traje de fallera? Desde la cabeza a los pies, pasando por las enaguas, las falleras van vestidas siguiendo lo que establece la tradición. Uno de los elementos más característicos es el peinado de valenciana, con los rodetes, que se sitúan a cada lado de la cabeza cubriendo las ojeras, y el pelo trenzado formando una especie de moño pegado a la parte trasera de la cabeza. Todo esto se adorna con tres peinetas: dos pequeñas sujetas a los rodetes y una grande enganchada al moño trasero. Para sostener el pelo se utilizan dos alfileres, que a su vez hacen de decoración.

Peinado tradicional de valenciana. Imagen: Rafa Esteve
A pesar de que los vestidos hacen referencia a cómo iban las valencianas en los siglos XVIII y XIX, los trajes actualmente son mucho más ostentosos, incluyendo telas ricas, brillos, dorados… Los precios de la indumentaria van desde los 2.000 euros hasta más de 20.000 euros, por lo que se puede imaginar los metros de tela y los elementos que conforman el traje de valenciana.
Los zapatos que usan las falleras están forrados de las típicas telas de Valencia, llenas de flores y muy coloridas. En la mayoría de ocasiones el calzado se conjunta con la tela de las faldas. Las medias de seda o algodón también son específicas, están caladas y bordadas con patrones tradicionales y motivos varios, algunas falleras se los personalizan con sus iniciales o con motivos específicos. Antes de llegar a la parte visible del traje, se enfundan en el cancán, la enagua e incluso un ahuecador para dar más volumen a la falda.

Falleras de 2018. Imagen: Rafa Esteve
Las faldas suelen estar hechas de tejidos de seda, algodón o rayón; todos ellos están llenos de motivos florales y vegetales, normalmente de colores vivos y llamativos. Encima de todo esto se coloca un delantal bordado con hilo de oro o plata que crea dibujos en la prenda. Estos delantales suelen ser blancos, aunque también los hay en otros colores en función de los tonos de la tela de la falda.
Tras todo esto llega el momento del corsé, que se adorna con una manteleta y un lazo atado a la cintura. También hay que mencionar la joyería fallera, que incluye la joia, un broche que se pincha en el escote para sujetar la manteleta; los pendientes; y el collar, que se ata al cuello con un lazo del mismo color que el que se lleva a la cintura.
El traje masculino tardó más en establecerse. A pesar de ser los que comenzaron la fiesta, siempre habían ido con ropa de calle. Fue en 1954 cuando apareció oficialmente el traje de fallero, también conocido como traje de labrador de gala. Esta indumentaria consistía en una chaqueta corta de raso negra, camisa blanca, faja de color de la que colgaba un sombrero de red con borlas, pantalones largos negros y espardenyes (zapatillas de esparto). Aun así, hasta 1964 no se generalizó su uso entre toda la comunidad fallera masculina.
No obstante, este traje negro fue quedando en el olvido tras la rebeldía de comisiones como Arrancapins o la desaparecida King Kong que apostaban por recuperar una vestimenta más tradicional a la par con los trajes femeninos. Por ello, los trajes de saragüell y de torrent se fueron imponiendo.
La tradicional fiesta valenciana, que se celebra desde hace seis días, acabará hoy, domingo 19 de marzo, a las 23.00 horas con la “Cremà” de la falla de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia.
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